Sant Quirc de Durro

La ermita de Sant Quirc se sitúa en un marco privilegiado, en la montaña de Durro y a una altitud de 1.500 metros. Su emplazamiento no es aleatorio, sino que se trata de una marca territorial vinculada al espacio social trabajado para la comunidad y a la tradición de origen pagano de «correr fallas».

Es un edificio del siglo XII, de dimensiones reducidas y con aportaciones barrocas.

En su interior vemos la convivencia armónica de diferentes momentos artísticos con la copia del frontal de altar románico, la imagen de estilo gótico de Sant Quirc y Santa Julita y el retablo barroco.

Cronología

s.XII
Primer momento constructivo.

s.XVII-s.XVIII
Se incorpora la bóveda de la nave y el campanario de espadaña.

1996
Restauración.

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Historia

No se conoce ningún documento original de la época que haga referencia a esta pequeña ermita construida en la montaña de Durro.

Las ermitas constituyen una marca territorial vinculada al espacio social trabajado por la comunidad. Su función era proteger los pastos de alta montaña y los bosques que se sitúan a su alrededor.

El emplazamiento de la ermita de Sant Quirc de Durro coincide con el emplazamiento del “faro”, que es el punto de partida de la bajada de las fallas.

Las fallas

La tradición de correr fallas es de origen pagano, marcaba el solsticio de verano y tenía la función de purificar los pastos y alejar los malos espíritus. Con la llegada del cristianismo esta tradición se adaptó al culto de los santos y estos se convirtieron en los protectores del territorio.

Todos los pueblos del valle tienen su ermita: Sant Salvador de Barruera, Sant Cristòfol de Erill la Vall, Sant Pere de Boí, Sant Quirc de Taüll. La ermita de Sant Quirc de Durro es la única que forma parte del conjunto declarado patrimonio mundial porque, a diferencia de las otras, mantiene la estructura original del siglo XII.

Las formas de la arquitectura

La ermita de Sant Quirc es de una sola nave cubierta por una bóveda de cañón ligeramente apuntada, añadida en algún momento posterior al románico, y con un ábside semicircular al este. El acceso al templo se abre en la fachada sur con un sencillo arco de medio punto sin ornamentación. El campanario de espadaña se levanta en el muro oeste y corresponde a una etapa de construcción posterior.

Un vistazo al exterior

En la puerta de entrada, las dovelas del arco son de piedra calcárea, de aquí su singular color rosado. La tipología de sus muros y sillares se parecen mucho al pórtico de la iglesia de la Nativitat de Durro.

Los sillares de piedra situados en la parte más alta de los muros son de dimensiones más pequeñas y están dispuestas de forma irregular. Esto se debe al sobreelevación de la nave, que se hizo tiempo después de la construcción original. El campanario de espadaña también se añadió posteriormente en la obra original.

En el ábside central hay la única ventana que permitía la entrada de luz en el templo, junto con el ojo de buey que vemos en la cabecera, justo debajo de la cubierta.

Un vistazo al interior

El interior de la ermita de Sant Quirc de Durro se ha transformado a lo largo de los siglos: a la construcción original se añadió la bóveda de cañón, se revocaron y pintaron todos los muros, se instaló el coro y el presbiterio se decoró con un retablo barroco. Presidiendo este retablo encontramos la imagen de estilo gótico de Sant Quirc y Santa Julita.

El frontal románico procedente de la ermita de Sant Quirc está conservado en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, en el interior del edificio se puede ver una reproducción.

El frontal

Dedicado a los santos patrones de la ermita, Sant Quirc y Santa Julita, narra con mucha crudeza los martirios que sufrieron.

Formalmente, se estructura con una escena central y cuatro registros laterales rodeados por un marco ornamentado con motivos geométricos y vegetales. En la composición simétrica de las formas de las escenas laterales y de los colores toman especial protagonismo los rojos, verdes y ocres.

En el centro está representada Santa Julita con su hijo Sant Quirc en el regazo, a semejanza de las figuras de la Virgen María y el niño. Ambos personajes están dentro de una mandorla donde están inscritos sus nombres.

Los compartimientos laterales muestran diversos episodios de los martirios, en algunas escenas cuesta discernir si el mártir es Santa Julita o bien Sant Quirc. Parece que toma más importancia la representación del martirio que la identificación del santo.

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