Redescubrimiento del románico

El interés por el mundo medieval en Cataluña se inicia en el s. XIX con el movimiento cultural de la “Renaixença”, siguiendo la tendencia que se inició en toda Europa con el Romanticismo.

A finales del s. XIX se organizan las primeras exposiciones de arte románico y gótico y se crean los primeros museos y colecciones.

Con la voluntad de conocer y estudiar los monumentos románicos del país, el arquitecto e historiador Lluís Domènech i Montaner realizó entre 1904 y 1905 diversas expediciones por el Pirineo para estudiar los monumentos románicos, entre ellos el conjunto románico de la Vall de Boí. Suyas son las primeras descripciones, planos, dibujos y fotografías que tenemos de las iglesias del valle.

Tres años más tarde, en 1907, el Institut d’Estudis Catalans, con Puig i Cadafalch al frente, organiza la “Missió arqueològico-jurídica a la ratlla d’Aragó” (Misión arqueológico-jurídica en la línea de Aragón) visitando la Vall de Boí durante los primeros días de septiembre. La documentación de este viaje será la base de las posteriores publicaciones del Institut, entre las que destacan el tercer fascículo de la obra “Les pintures murals romàniques”, publicado en 1911, que recogía, entre otros, los conjuntos de la Vall de Boí.

Pocos años más tarde, en el verano de 1919, la Junta de Museus descubre la compra y arrancamiento de los frescos de Santa Maria de Mur (Pallars Jussà) pero no puede frenar su venta al Museum of Fine Arts de Boston. Para evitar que hechos tan graves vuelvan a suceder, se organiza la campaña de arrancamientos de las pinturas románicas del Pirineo catalán para trasladarlas al Museu d’Art i Arqueologia de Barcelona. Los primeros arrancamientos se inician en la Vall de Boí en diciembre de 1919.